YO Y GARAMENDI

Buenas tardes señor Garamendi-dije yo un día que me lo encontré desplomado enfrente de su casa- ¿le ocurre algo?

¡Me han robado todo lo valioso que tenía en casa y todo porque tu estabas tan emperezado que no pudiste cumplir la misión que yo te había encomendado!- Me respondió muy enfadado-

Disculpe,más esa acusación no es cierta,-dije indignado- yo estuve estuve enfrente de su casa un par de veces y allí no había nadie-mentí.

¿Entonces como explica que al llamar a la compañía telefónica esta mañana me dijeran que mientras yo estaba de vacaciones, en mi casa alguien había recibido una llamada procedente de su móvil, y que se había quedado hablando con usted durante 10 minutos?-espetó Garamendi cada vez más enfadado.

Pues... que un día llamé a su casa para comprobar que no había nadie y me contestó un ladrón  con el que entablé una interesante conversión para intentar conseguir un poco de información- volví a mentir-, y mire lo que me envió por correo.-Le dije mientras le enseñaba las pieles que me dio el ladrón.

¡En serio tiene la poca vergüenza de decirme  a la cara que ha estado hablando con el ladrón y  de enseñarme las pieles de mi mujer como si fueran suyas!

Solo estuve hablando con él para sacarle información,- le corregí-  ¡a! y sobre lo de las pieles,perdóneme Garamendi es que le quería dar un bonito regalo a mi novia-le dije bajando la cabeza y devolviéndole las pieles.

Acepto tus disculpas- me dijo Garamendi- pero si hablaste con el para sacarle información, ¿habras conseguido saber algo con lo que le podamos identificar?-me preguntó con gran interés.

Siento decepcionarle pero no conseguí nada útil.-dije yo fingiendo estar triste.

Y entonces ,¿de que hablasteis? -Preguntó él.

Estuvimos hablando de las escupideras que usted tiene en el salón, de  que había desvalijado todo lo que había encontrado y  me comentó que, por la pinta de su casa, usted debía ser un señor roñoso.

Bueno en tal caso, no tengo nada de que acusarle,-me dijo mucho más calmado- Ahora la policía lo esta investigando, así que ya le contaré-me dijo mientras se aleja- adiós.

Adiós- le respondí yo mientras me despedía con la mano.